¿El firmamento?
Eso puede parecer a simple vista, pero no… se trata del interior de una cueva.
Más concretamente del interior de las cuevas de Waitomo, situadas en la localidad del mismo nombre en Nueva Zelanda.
Son unas cuevas de roca calcárea que forman grutas que tienen como mayor particularidad la existencia de un gusano luminoso que se ubica en el techo de las mismas.
Este gusano bioluminiscente es el estado larvario de un insecto autóctono de Nueva Zelanda similar al mosquito, el Arachnocampa luminosa que emite una luz brillante con la que atrae su presa.
Las larvas son semitransparentes y miden unos 3 o 4 cm de longitud. Tejen un hilo mucoso que queda colgando del techo de la cueva, en el que disponen unas gotas pegajosas.
Estos hilos pegajosos son una trampa para obtener alimento, ya que los pequeños insectos atraídos por la luz quedan atrapados en los hilos de las larvas. Cuando esto ocurre, la larva desciende hasta el insecto para devorarlo.
Al final de su ciclo vital el gusano hace una crisálida y cuando sale con su forma de mosquito sólamente vive unos días en los que pone huevos en los techos de las cuevas.
Curiosamente muchos de estos mosquitos acaban sus días adheridos a los hilos pegajosos de otras larvas que se alimentarán de ellos.
Hay grutas con suelo seco y otras parcialmente inundadas. En estas últimas hay un embarcadero con unas barcas que los turistas utilizan para visitar las cuevas.
Estas barcas no llevan motor ni remos, se desplazan al ir tirando manualmente de una cuerda que traza el camino a seguir.
De esta manera el silencio y la oscuridad hacen más impresionante la peculiaridad de las cuevas y sus larvas luminosas.
Nota sabionda: La razón de su brillo es debida la reacción química de la luciferina, un componente producido por la enzima luciferasa. Cuanto más hambrienta se encuentra la larva más luciferina genera.
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